Proteger a la persona contra la publicación de su
representación externa ya sea en fotografía, video o cualquier otro modo sin el
consentimiento previo de ella, debiera ser materia de derecho de verdad
aplicable a favor de la víctima de difamación, pues el derecho a la información
no está por encima de la buena reputación de la persona cuando la publicación
no corresponda a un asunto de interés general.
No es justo que imágenes tomadas en fiesta o reunión
ocasional entre amigos se utilicen por medios masivos para usufructuarlas
alimentando el morbo del público ansioso de regodearse en este tipo de
escándalos; además es injusto porque la víctima no recibe ningún pago en
compensación por el daño moral provocado, que podría perjudicar su ámbito
familiar y profesional; y es reprobable que tampoco exista legislación mexicana
prohibiendo en específico esa falta grave de urbanidad.
Si se aplicasen medidas legales restrictivas con el fin de
proteger la vida privada, en especial de gente famosa objeto de acosamiento, se
terminaría con el problema de los fotógrafos hostigadores y medios difamatorios
que utilizan imágenes comprometedoras tomadas con mala intención. Con dichas
medidas prohibitivas también se combatiría el acoso escolar que utiliza videos infamantes,
asimismo podría responsabilizarse a los maestros del mal uso que sus alumnos dan
en la escuela a los dispositivos electrónicos de fotografía y video.
Sobre todo, es obligatorio proteger la propia imagen de la
persona para no lesionar los Derechos Humanos, pues si alguien debe tener los
derechos de imagen sobre su persona, es la persona misma, y no quien por el
simple hecho de tener una cámara fotográfica o de video abusa capturando la representación
externa de la víctima.
Esto viene a propósito por el caso de los futbolistas que
fueron fotografiados en reunión con amigas; ya que estas doncellas, abusando de
confianza, pretendían lucrar con las fotografías que se tomaron junto a los caballeros,
los cuales tienen derecho legítimo de prohibir la difusión de esas imágenes.
También habría qué ver si este asunto legal que está
enredado no es estratagema de algún tercero para chantajear a los muchachos,
como suele ocurrir en esa empresa perversa, y las señoritas solo están obedeciendo
un guion telenovelesco minuciosamente preparado.
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