Veracruz
Llave, Veracruz, Nueva España, a 25 de mayo de 2009.
A
la respetable opinión pública:
Debido
a que en Nueva España es muy difícil o imposible que se investiguen
las actividades criminales que delincuentes realizan contra
ciudadanos, hago pública la denuncia que interpuse el día 26 de
enero del año 2009 en la Procuraduría Estatal de los Derechos
Humanos de Baja California.
Lo
anterior, porque hay espías gubernativos homosexualistas interesados
en impedir –por medio de calumnias y difamación ante las
autoridades correspondientes– que prospere la denuncia que a
continuación relato. Dichos criminales pro homosexuales se
encuentran en posiciones de privilegio en el servicio público del
gobierno novohispano, específicamente en el Minmar, y uno de ellos
tiene como objetivo particular convertirse en ministro del mar.
La
presente denuncia que aquí hago pública la envié con antelación
por correo electrónico el día 24 de enero del año 2009 a la
dirección ministro@ minmar .gob .ne, con la finalidad de cumplir con
el deber institucional. Dos días después interpuse dicha denuncia
ante la Procuraduría Estatal de los Derechos Humanos mencionada, la
cual transcribo a continuación:
Mexicali,
Baja California, a 26 de enero de 2009.
C.
Comisionado Estatal de los Derechos Humanos.
P
r e s e n t e.-
Por
medio de este escrito solicito a usted tenga a bien recibir y dar el
seguimiento correspondiente a la presente denuncia, formulada contra
los almirantes Pepe Lumbres, Chuy Lumbres, y Lacho Falso, más quien
resulte responsable, debido a que utilizan personal de la Armada de
Nueva España para llevar a cabo actividades criminales en mi
perjuicio consistentes en difamación y calumnias, así como otros
delitos con los cuales han puesto en grave peligro mi vida en
múltiples ocasiones.
En
enero de 1990, hace diecinueve años, cuando yo estudiaba el último
año de la carrera de ingeniero naval en la Heroica Universidad Naval
Militar, sita en Antón Lizardo, Veracruz, oficiales instructores,
así como compañeros cadetes, empezaron a molestarme con actitudes
hostiles en el sentido y con la intención de poner en tela de juicio
mi integridad de varón.
Al
principio, a este hostigamiento de bromas pesadas no di menor
importancia, pues tampoco me sentía ofendido o aludido de ninguna
manera.
Descubrí
el verdadero origen de tales agresiones al término de un día de
franquicia porque uno de los oficiales se mostró irrespetuoso,
refiriéndose a una mochila color negro con franjas guindas que yo
portaba.
De
manera por demás abusiva e insultante, muy disgustado, el oficial me
preguntó: “¿Cómo te va con esa
mochilita,
te confunden en la calle? [sic]”.
Sorprendido
por el insulto, contesté al oficial con la misma actitud
irrespetuosa, con ironía e indignación, y espeté: “¡A mí no me
confunden, pero a usted, supongo, sí lo confundirían si usara esta
mochila!”.
Después
de esa abierta agresión a mi persona por parte del oficial, recordé
una revelación del entonces cadete Pepe Chuy Lumbres, hijo del
almirante Pepe Lumbres, sobre la expulsión de un cadete de la
universidad naval al haberlo descubierto realizando fellatio
a otro compañero cadete mientras este dormía. Tales acontecimientos
ocurrieron mientras estuve realizando el viaje de prácticas
Eurocaribe 89, a bordo del buque escuela Velero Hernán Cortés.
El
entonces cadete Pepe Chuy Lumbres, después que hube regresado del
viaje de prácticas, me platicó a detalle sobre el proceso de
expulsión del mencionado cadete inmoral, a quien para efecto de esta
denuncia lo llamaré «Triple Equis» con el fin de proteger su
identidad, pues en la actualidad tiene esposa e hijos, aunque el
anonimato de poco ayuda porque este deshonroso caso es de sobra
conocido entre los cadetes de aquella generación, hoy día oficiales
y capitanes en la Armada de… Nueva España.
Según
me informó Pepe Chuy Lumbres, Triple Equis utilizó durante la
defensa de su proceso de expulsión una calumnia en contra del propio
Pepe Chuy Lumbres y mi persona, y la cual consistía en que yo había
abusado sexualmente del cadete Pepe Chuy Lumbres cuando este era
cadete novel. ¿Por qué razón no informó a la superioridad cuando
supuestamente se percató de este hecho inexistente? Y que yo, según
el dicho infame, era el culpable de los fellatios,
no sólo al cadete Augusto Lorca, quien lo denunció, sino a otros
compañeros cadetes.
Así
mismo, Pepe Chuy Lumbres manifestó que durante el consejo de honor
para expulsar a Triple Equis, personal de oficiales y capitanes que
integraban dicho consejo le preguntaron si era verdad que él había
tenido algún encuentro de carácter sexual conmigo, respondiendo
Pepe Chuy Lumbres que en ningún momento había ocurrido tal cosa
como una relación homosexual, y que tampoco hubo alguna indirecta
por parte mía en este sentido; dicho que respalda la realidad, pues
mi relación con el entonces cadete Pepe Chuy Lumbres fue siempre
respetuosa en todos los sentidos, basada en un compañerismo ético y
moral.
De
igual forma, afuera del edificio donde se estaba desarrollando el
juicio de honor a Triple Equis, había una fila que, en palabras de
Pepe Chuy Lumbres, parecía cola para comprar tortillas, y la
conformaban todos los cadetes que habían sido, en su caso,
ultrajados por Triple Equis mientras dormían, a quienes se solicitó
sirvieran de testigos.
Sobre
este particular, también yo habría testimoniado en el juicio de
expulsión a Triple Equis si no hubiera estado efectuando el viaje de
prácticas Eurocaribe 89, pues, aunque nunca me preguntaron nada
respecto a este espinoso asunto, yo fui víctima de fellatio
mientras estaba profundamente dormido debido al cansancio producido
por las actividades diarias propias de todo estudiante internado en
plantel militar, ya que dichas actividades exigen esfuerzo máximo
tanto físico como mental para desarrollar al mejor nivel las
cualidades de cada individuo.
El
hecho que ahora testifico ocurrió pocos meses antes de partir al
viaje de prácticas Eurocaribe 89. Recuerdo sobre aquel episodio que
estaba en un sueño pesado imaginando una mujer de pelo largo color
negro, a quien no podía ver el rostro, muy ocupada en mi entrepierna
realizándome fellatio.
En el momento de la polución desperté, pero debido al cansancio me
costó mucho trabajo levantarme para dirigirme a la regadera con el
propósito de asearme, ya que, supuse, había tenido un sueño
erótico. Cuando molesto llegué al sanitario, descubrí que mi
cuerpo así como mi ropa interior se encontraban sin residuos
seminales, estaba todo limpio, ¿qué pasó?, me pregunté alarmado.
Posteriormente,
comenté esta situación con algunos compañeros cadetes, pero
ninguno concedió importancia al hecho, y yo tampoco me preocupé
más, pues no creía posible que había sido objeto de violación.
Concluí que simple y sencillamente había tenido un sueño extraño.
Sin embargo, un día antes de iniciar el viaje de prácticas
Eurocaribe 89, el cadete novel Augusto Lorca, quien vivía conmigo en
el dormitorio de la banda de guerra, me informó con preocupación
que en el transcurso de la noche mientras él dormía “algún
degenerado [sic]” le había bajado los pantalones para tratar de
tocarle los genitales, y que no era la primera vez que esto ocurría.
Debido
a que al día siguiente yo iba a viajar al puerto de Acapulco y
estaba muy ocupado en mis actividades, di la instrucción a Augusto
Lorca de notificar de ese hecho a su primo, el cadete Severo Lorca,
quien era cadete antiguo y vivía en el mismo dormitorio, así como
también enterara a su tío, un teniente de navío adscrito a la
universidad naval; esto, con el plan que dispusieran lo necesario
para investigar y descubrir al culpable de tales actos repulsivos.
El
cadete Augusto Lorca, quien era persona de toda mi confianza igual
que el cadete antiguo Severo Lorca, obedeció mi instrucción y
empezó a dormir en la misma litera que su primo, en la cama
superior, de tal suerte que cuando una noche Triple Equis acudió a
realizar fellatio
al cadete Augusto Lorca, el cadete antiguo Severo Lorca con linterna
en mano de inmediato alumbró el rostro de Triple Equis cuando este
empezaba a realizar la felación al cadete Augusto Lorca. Triple
Equis en el momento de ser descubierto se arrojó al piso y fingió
estar dormido, por lo que Severo Lorca le exigió que no fingiera
demencia sino asumiera la consecuencia de su abominable acto, pues
junto con Augusto Lorca, ambos dos, lo habían identificado en
flagrancia. Todo esto me notificó el propio Severo Lorca a mi
regreso del viaje de prácticas Eurocaribe 89.
A
mediados de 1990 recrudeció el acoso hacia mi persona por parte de
las autoridades universitarias, descubrí que me estaban
suministrando de forma subrepticia alguna droga junto con los
alimentos, pues me encontraba muy alterado de los nervios, durante la
noche todo mi cuerpo temblaba, saltaba de mi cama al mínimo ruido,
cada día era más difícil para mí llegar a tiempo al sanitario,
sentía que mi vejiga no podía retener la orina como antes.
Entonces
adquirí la costumbre de acudir a consultas psicológicas con una
oficial de la universidad, quien era conversadora agradable, aunque
ingenua, ella misma tenía serios problemas emocionales, ya que, por
ejemplo, confió sus cuitas a un compañero y de repente lloró en
plena consulta; aparte de esto, cada cadete era consciente que todo
lo que se hablaba con dicha psicóloga era como si uno estuviera
hablando con el comandante del cuerpo de cadetes Humberto Zurita.
Un
cadete aprovechó esa coyuntura y bajo amenaza de suicidio consiguió
unas vacaciones extras gracias a la intercesión de la psicóloga. En
cuanto a mí respecta, acudía a consulta con la psicóloga porque
con ella podía desahogar mi frustración e impotencia ante la
flagrante violación a mis derechos humanos, pues las autoridades
universitarias navales ni siquiera me permitían conocer a ciencia
cierta la razón de tal hostigamiento, desconocía bajo cuáles
argumentos me acusaban y de
qué me inculpaban, o qué delito había cometido, pues, aunque
Triple Equis me calumnió, también comprobaron que fue él quien
violó la integridad sexual de los cadetes, yo mismo había sido una
de sus víctimas, incluso propuse al cadete Augusto Lorca la solución
que llevó al culpable ante la justicia, y cómo, me preguntaba, las
autoridades navales podían dar valor a la palabra de aquel
homosexópata para hacerme tanto daño; esto, suponiendo que no
consideraron la posibilidad que la acusación falsa de Triple Equis
habría podido devenir cierta si tan sólo se hubieran aplicado a
hostigarme día y noche durante meses, auxiliándose con suministro
de drogas a mi cuerpo como el conocido suero de la verdad que puede
mezclarse con cualquier tipo de bebida y pasar inadvertido en el
momento de darlo a la víctima. Sin embargo, esto fue lo que
hicieron, mas sin obtener el resultado oprobioso que esperaban.
Así,
en una ocasión a mediodía entré al refectorio y desperté dos o
tres horas más tarde arrojándome sobre ropa sucia en el depósito
de lavandería. Pero aquella no fue la primera vez, porque recuerdo
que alrededor de dos años antes que acontecieran los problemas que
ahora relato, desperté en la plataforma de clavados de diez metros
preguntándome si no era mejor suicidarme, cuando no había motivo
para ello, pues entonces no tenía problema con nadie y todo marchaba
muy bien para mí en la universidad, sólo tenía el indicio que el
subdirector de la HUNM –Papín del Malo– tenía un problema
personal conmigo, pero yo no imaginaba lo mucho que me odiaba. Ahora
sé que psicólogos estuvieron perjudicándome, alienando mi conducta
mediante el suministro de bebidas y alimentos adulterados con
psicotrópicos, con objeto vil de pervertirme. Uno de los sospechosos
es el entonces cadete homosexual Horacio de Camil, a quien descubrí
en una de muchas ocasiones que me dejó semiconsciente en la puerta
del depósito de lavandería en aquel año 1990. Horacio se había
explayado conmigo en septiembre de 1986, en la unidad deportiva de
Xochimilco, haciéndome patente su homosexualidad, mas dejé muy
claro que ese acto aberrante es pecado y provoca asco; menciono esto
sin olvidar que el homosexópata acicaló el extremo inferior de su
espalda baja –el ano– con crema para el cutis.
Sobre
estos asuntos, el entonces comandante de la banda de guerra, teniente
L’Apest, tiene mucho conocimiento para revelar.
En
1984 en el depósito de armas de la brigada Proa Babor de la
universidad naval, un cadete se suicidó utilizando su fusil
mosquetón calibre 7.62 mm.; introduciéndose el cañón en la boca,
disparó; imprimió con su sangre y órganos macabra decoración al
polvorín. Estoy seguro que los psicólogos al servicio de los
criminales heterofóbicos fueron quienes enajenaron a este cadete
para que en estado hipnótico cometiera aquel acto inefablemente
trágico y lamentable. Sin duda esto ocurrió, porque los militares
homosexuales escogen a sus víctimas, ellos deciden a quién van a
resabiar para que sirvan a sus intereses sodomitas. Si no logran su
fin abyecto, destruyen la vida de la víctima. Cuando logran
convertir en homosexual a la persona entonces la eligen para que
preste servicios en el cuerpo de espionaje de las fuerzas armadas
(novohispanas); no obstante, la mayoría de las víctimas son
utilizadas como mercancía de las redes de prostitución. Las dos
empresas televisivas más importantes del país, Televica y Tv
Esteka, están conformadas en su mayoría por estos criminales que
inicialmente fueron víctimas del sistema, es un requisito ineludible
para pertenecer a estas empresas. Actores y actrices trabajan de
manera obligada con el gobierno novohispano para espiar, pervertir y
sojuzgar a la sociedad, usufructuando el placer sexual inmoral como
método infalible de control y lealtad.
Podría
relatar detalladamente cada vergonzante y vergonzosa agresión con
tramas homosexuales que sufrí en aquel tiempo de mi estancia en la
HUNM, pero únicamente menciono los aspectos relevantes en virtud que
esta es una denuncia cuyo propósito secundario es dar soporte a
otras investigaciones judiciales, y así concedo a las personas
implicadas la oportunidad que a mí no me otorgaron a pesar que
supliqué muchas veces, que es su legítimo derecho a conocer las
imputaciones en su contra, a defenderse y a exponer los motivos que
los empujaron a atacarme de forma tan ignominiosa, soslayando
principios y valores legales, éticos y morales.
Logré
egresar de la Heroica Universidad Naval Militar gracias a que –aparte
de acreditar los exámenes extraordinarios– salí de vacaciones en
el mes de julio de aquel año 1990 y acudí al Ministerio de la
Defensa Nacional en ciudad Tenochtitlan a pedir auxilio ante el
teniente coronel criminólogo, ahora retirado, Sergio Israel Corona
Nava-Bracamontes,
quien se encontraba en el laboratorio de investigaciones científicas
de dicho ministerio; así como a denunciar los ataques que las
autoridades universitarias navales me infligían, las cuales se
negaron a comparecer para explicar los hechos. Esto fue lo que me
informó el teniente coronel mencionado, pero estoy seguro que tres
oficiales de la universidad naval se presentaron en el Ministerio de
la Defensa Nacional disfrazados de militares del Ejército para
interrogarme, los tres juntos a la vez, y yo perdí la consciencia
seguramente por una bebida adulterada con psicotrópico que me había
convidado mi padrino, el mismo teniente coronel criminólogo Sergio
Israel Corona Nava-Bracamontes, quien se mantuvo sentado y en
silencio detrás de mí durante la entrevista. Sin embargo, aquella
denuncia sirvió de contrapeso a las autoridades navales
heterofóbicas.
Las
hostilidades continuaron, mas fueron menguando. Oficiales y
compañeros cadetes volvieron a darme muestras de respeto. Una de
aquellas conversiones fue la del oficial que me insultó por el caso
de la mochila, nunca volvió a tratarme con ofensas. Dicho oficial
fue uno de los tres disfrazados que me interrogaron en el Ministerio
de la Defensa Nacional; uno de sus nombres de batalla: Manuel Vega, a
quien logré descifrar e identificar durante el interrogatorio antes
de perder la consciencia, no sólo porque era uno de mis mejores
compañeros de estudio y amigos más queridos, sino porque atezó su
piel con el mismo color que usaba como agente de inteligencia en la
preparatoria CET del Mar Heroica Guaymas donde estudié antes de
ingresar a la HUNM.
Durante
la mencionada sesión de preguntas del año 1990 en el Ministerio de
la Defensa, se despejó la duda que yo tenía desde 1987 sobre la
identidad de este oficial de piel caucásica cuando llegó de
instructor a la universidad naval, porque recuerdo que en cuanto lo
vi me pareció la versión güera de Manuel Vega, a quien, como ya
mencioné, tuve de condiscípulo en la preparatoria, idéntico en
todo, incluso en su conversación sin ambages y sentido de humor
agridulce, excepto en el color de la piel morena de Manuel Vega. Yo
no sabía que se trataba de la misma persona.
En
el año 1991 y la primera mitad de 1992 estuve realizando prácticas
profesionales a bordo de diferentes buques de la Armada novohispana.
Al aprobar el último examen profesional, ascendí a teniente de
corbeta y causé alta en el cañonero Ignacio Manuel Altamirano con
base en Ensenada, Baja California; cuyo comandante de buque era el
capitán de corbeta Lacho Falso, quien intentó hacerme una propuesta
delincuencial que hubiera afectado de manera grave mi lealtad a la
institución armada de haber permitido lugar para hacerla, por lo
que, cuando entendí hacia donde dirigía la conversación, de
inmediato lo interrumpí rogándole de la forma más respetuosa que
no continuara con ese tema; así antepuse los principios éticos que
tanto nos remarcaban en la universidad naval, pues durante mi época
de estudiante los oficiales instructores nos alertaban reiteradamente
sobre la posibilidad que seríamos presionados por parte de algún
comandante corrupto para llevar a cabo actos delictuosos, los cuales
lesionan el orden legal y moral de nuestra Armada, a la que, por lo
contrario, debíamos rendir la máxima lealtad y nuestro mayor
esfuerzo con el fin de salvaguardarla para mantener la dignidad de
nuestro encargo como personas comprometidas en servir al pueblo de
Nueva España.
Cuando
el capitán Lacho Falso conoció mi postura, aceptó que era válida
y no volvió a tocar aquel tema; no obstante, si anteriormente se
había comportado de forma poco amable conmigo, después que rechacé
la propuesta mencionada en su intento por persuadirme para que
aceptara su muy particular concepto de justicia, empezó a arrestarme
por cualquier motivo y llegó a privarme muchas veces de la
franquicia haciendo referencia a las normas militares de manera
legaloide;
esto, considero, en represalia a mi decisión personal por mantenerme
en el orden institucional. Llegó al grado de prohibirme usar
cubiertos para comer tostadas o partir frutas, pues decía: “el
cuchillo únicamente debe usarse para cortar carne”. Así mismo,
dicho comandante mantiene la firme creencia en sí mismo que es “una
especie de diosito
[sic]” para sus subordinados, pues ufano decía que en el buque
todos dependíamos para bien o para mal de las decisiones que él
resolvía sobre nuestras vidas. Una vez relató que en Salina Cruz,
Oaxaca, había dos civiles que estaban molestando a miembros de la
tripulación del buque y para terminar con el problema ordenó a
marineros que se armaran y asesinaran a aquellas dos personas. La
orden fue cumplida. Esa confesión la realizó en la cámara de
oficiales del buque Ignacio Manuel Altamirano ante la presencia de
varios oficiales, incluyéndome. En esa misma ocasión Lacho Falso
hizo otra revelación que igual me asustó: la familia Lumbres y su
parentela radicada en Ensenada, Baja California, el capitán retirado
Chapo Tote y esposa, habían planeado asesinarme, mas al final
desistieron. ¿Y por qué habían urdido asesinarme? Pues porque
tenían la falsa idea que yo había abusado sexualmente de Pepe Chuy
Lumbres; calumnia que, como dije anteriormente, Triple Equis la
habría usado para evitar su expulsión de la Heroica Universidad
Naval Militar de no haberse comprobado su conducta psicótica.
El
capitán Lacho Falso intensificó su hostilidad contra mí e incluso
ordenó tanto al segundo comandante como al jefe de máquinas del
barco que, en la menor oportunidad, me arrestaran, porque tenía
intención de someterme a consejo de honor para que por motivos de
indisciplina yo fuera removido a otro buque.
A
causa que el capitán Lacho Falso estaba consiguiendo la vileza de
arrestarme por cualquier insignificancia, y a cada momento me
recordaba que iba a ordenar consejo de honor por indisciplina en mi
contra, me disgusté de tal manera que un día tomé la decisión de
irme de baja, pues mi dignidad no me permitía aceptar que un
criminal, asesino y narcotraficante como es Lacho Falso, quien con
sus actos deshonra a la institución que lo acoge y al uniforme que
porta, procediera contra mi persona con consejo de honor para
afectarme y dejarme en completo estado de indefensión. Además, si
como resultado del consejo de honor por indisciplina me removían a
otro buque, igual continuaría padeciendo el acoso de los almirantes
Pepe, y Chuy Lumbres, y mi carrera naval de cualquier forma se habría
visto truncada.
A
mediados del año 1990, el almirante Al Capo Ne fue defenestrado del
cargo de ministro del mar al haberse comprobado su participación en
actividades ilícitas de narcotráfico. El semanario Proceso en la
edición número 716 dio la cobertura más amplia a este
acontecimiento. También fue removido de su cargo el almirante Popo
Rico, quien era el oficial mayor de la Armada en tiempos del
almirante Al Capo Ne, y en la actualidad es el presidente de la
Asociación de la Heroica Universidad Naval Militar. Igualmente, fue
relevado del cargo el entonces secretario particular del almirante
Popo Rico: el capitán Lacho Falso; ambos eran personas muy allegadas
al almirante Al Capo Ne. En aquel tiempo, el capitán Lacho Falso fue
cambiado de la secretaría particular de la oficialía mayor de la
Armada, al buque Ignacio Manuel Altamirano, debido a lo cual se
encontraba angustiado y con incertidumbre sobre su futuro por la
conmoción que sufrió como consecuencia de esa caída militar, y se
preguntaba una y otra vez si el haber pertenecido al equipo del
almirante Al Capo Ne lo había afectado a perpetuidad para ascender
de grado militar. Varias veces hizo referencia al tema de los
ascensos, por lo que no es difícil inferir que el capitán Lacho
Falso realizó un acuerdo con la familia Lumbres para que lo ayudaran
a lograr el ascenso que anhelaba, a cambio de afectar mi carrera
naval.
Por
lo anterior, tomé la decisión de faltar diez días a mi servicio
con el propósito de causar baja. Al término de estos días regresé
al buque, pero el capitán Lacho Falso me envió a entrevista ante el
técnico radiólogo del sanatorio naval de Ensenada para una consulta
de carácter psicológico, pues según el capitán, dicha consulta
era muy necesaria. El capitán también me ordenó acudir a otra
entrevista, esta ante el abogado de la zona naval. No entendí la
motivación del capitán Lacho Falso cuando me dio estas
instrucciones, mas cumplí las dos órdenes. En aquellas fechas el
capitán Lanzado Guti, segundo comandante del buque, fue asignado a
otra unidad y llegó a ocupar dicho cargo un capitán de corbeta
pariente político de los almirantes Lumbres de nombre Aranda Oce.
A
pocos días que me entrevisté con el técnico radiólogo y el
abogado de la zona naval, el Estado Mayor General de la Armada
(novohispana) ordenó mi presencia en ciudad Tenochtitlan, y una vez
que me presenté en la sección primera con el capitán Lee Armador,
este me ordenó que acudiera al departamento de psiquiatría del
Centro Médico Naval donde me realizaron, en el transcurso de aquella
semana, exámenes psicológicos y psiquiátricos. Después de
someterme a los exámenes ordenados por el mando naval, me
reincorporé de inmediato al buque Ignacio Manuel Altamirano.
Cuando
contento volví al buque, el capitán Lacho Falso, desconcertado por
mi presencia en Ensenada, con gesto adusto me preguntó: “¿Por qué
me lo envían de regreso?”. Acto continuo, Lacho Falso, muy
afectado, me ordenó que acudiera a la unidad de infantería de
marina del puerto, pues no iba a aceptarme a bordo de su buque “así
nomás porque sí [sic]”.
Debido
a que el capitán Lacho Falso se negó a cumplir la orden de la
sección primera del Estado Mayor General de la Armada, de
reincorporarme al buque de mi adscripción, fui comisionado a la
oficina de la comandancia de la Segunda Flotilla Naval.
Cuando
llegué al edificio de la zona naval, el abogado me notificó que el
capitán Lacho Falso, con la asistencia del entonces capitán Ramael
Azcárraga, lo estuvo presionando para obligarlo a avalar una
calumnia en mi perjuicio, la cual consistía en que el abogado
afirmara en una acta de hechos que yo, supuestamente, le había
confesado que me gustaban los hombres sexualmente hablando, lo cual
es categóricamente falso de toda falsedad.
En
virtud que era orden infame por parte del capitán Lacho Falso, de
firmar la acta donde él me calumniaba, el abogado de la zona naval
mantuvo su integridad ética y moral y se negó ecuánime a obedecer
esa orden ilegal. El abogado de la zona naval también me informó
que durante la discusión con el capitán Lacho Falso, este dijo que
el técnico radiólogo del sanatorio naval, a quien el capitán Lacho
Falso habilitó como psicólogo para una consulta conmigo, sí firmó
la calumnia en mi contra para obedecer y no tener problemas con el
capitán Lacho Falso, misma calumnia que fue remitida al Estado Mayor
General de la Armada para ofender la inteligencia del mando.
Así
comprobé el dolo y la mala fe por parte del capitán Lacho Falso
para hacerme daño; y al exigirle, patético, una explicación,
aprensivamente argumentó el consabido pretexto que el capitán
retirado Chapo Tote y esposa habían dicho la infamia que yo abusé
sexualmente de Pepe Chuy Lumbres, lo cual, reitero, es totalmente
falso de toda falsedad, pues nunca hubo relación homosexual forzada
o consentida ni de cualquier otro tipo entre Pepe Chuy Lumbres y yo;
por esto no soy oficial de inteligencia de la Armada ni actor de
Televica o Tv Esteka. Gracias a Dios. Amén.
¿Por
qué razón los almirantes Lumbres y su parentela están tan seguros
que la calumnia de Tripe Equis es cierta?
¿Acaso
Pepe Chuy Lumbres me mintió diciendo que había negado la calumnia
durante el consejo de honor, pero en realidad aceptó como cierta
dicha infamia de Triple Equis como intento de evitarle la expulsión?
¿Existía
alguna relación inmoral entre Pepe Chuy Lumbres y Triple Equis que
fue descubierta y trataron de involucrarme para exculpar a Triple
Equis?
Surgen
estas cuestiones porque cuando regresé del Ministerio de la Defensa
Nacional donde denuncié a la autoridad universitaria naval por el
acoso homosexual con el que me atacaba, la misma autoridad
universitaria naval homosexual, por conducto del sargento primero
Toto Violante, argumentó que Pepe Chuy Lumbres me acusó por
difamación de honor, lo cual era otra sutileza más por parte del
mando de la universidad naval o del propio sargento primero, mas este
supuesto me parecía irrelevante, pues lo importante para mí era que
me dejaran en paz.
Triple
Equis durante su defensa no sólo me calumnió a mí sino declaró
que en el dormitorio vivían otros homosexuales como él, pero no
mencionó nombres y el mando no pudo, o no quiso, exigirle que
revelara dichos nombres. Esto último me lo confió el cadete Severo
Lorca, y también dijo que Triple Equis desde mucho tiempo atrás
había sido sospechoso de ser el culpable de los fellatios,
pero que no se le había podido comprobar nada.
¿Quién
de los sargentos de cadetes alertó a Triple Equis cuando alguien de
la universidad confió la sospecha sobre él o lo denunció?
Días
después que reclamé al capitán Lacho Falso la manera infame como
había intentado que el mando central de la Armada novohispana se
viera engañado para afectarme, fui al buque a realizar trámites. En
aquella ocasión, el
teniente de fragata Rubio, jefe de la estación de radio, ahora
capitán retirado Rubio, me
rindió el parte verbal que el capitán Lacho Falso vendía marihuana
a personal de clases y marinería del buque por conducto del cabo de
la estación de radio, motivo por el cual procedí con mi deber de
canalizar la denuncia verbal ante el comandante de la Segunda
Flotilla Naval, quien en esas fechas era el capitán de navío Luis
P. Fuentes.
Debido
a la denuncia del teniente Rubio, el capitán Luis
P. Fuentes
ordenó al capitán Lacho Falso que se presentara en la oficina de la
Segunda Flotilla Naval para que explicara los hechos en los que
estaba acusado de vender droga a personal de tripulación del buque
con la intermediación del cabo de la estación de radio. Esto es
todo lo que supe concerniente al caso.
Después
de las denuncias por corrupción contra el capitán Lacho Falso,
quien fue removido a un buque fondeado en la zona naval de
Manzanillo, Colima, pude reincorporarme al barco de mi adscripción
Ignacio Manuel Altamirano.
El
relevo de mando en el buque no resultó favorable para mí, ni
tampoco para el jefe de la estación de radio por haber delatado al
anterior comandante, pues tuve diferencias irreconciliables con el
nuevo comandante ya que no consideraba mi grado jerárquico, por lo
que decidí regresar a la oficina de la Segunda Flotilla Naval.
También
fui a ciudad Tenochtitlan para otra valoración psicológica y
psiquiátrica. El psiquiatra que me atendió, Dr. Malberto Santoscoy,
confesó que él no estaba de acuerdo con el diagnóstico que iba a
redactar, pero que él recibía órdenes y debía cumplirlas. Por mi
parte, solicité audiencia con el jefe del estado mayor de la Armada
para informarle del acoso que yo sufría por parte de los almirantes
Lumbres y familiares, y que no tenía caso ordenar mi cambio de
adscripción a otro buque, pues seguramente dichas personas iban a
continuar molestándome, por lo que en esa audiencia solicité al
jefe del estado mayor mi separación de la Armada de Nueva España.
Estos hechos ocurrieron en febrero de 1994, y en noviembre de aquel
año recibí un oficio que sentencia mi separación del servicio
activo de la Armada por retiro forzoso, sin ningún tipo de
prestación social o económica por encontrarme inútil para
trabajar; dicho oficio especifica que la sanción devino así porque
adquirí la enfermedad mental denominada «trastorno delirante
paranoide crónico debido a actividades realizadas fuera de la
milicia», y quien signó el oficio de cómputo final de mi servicio
en la Armada fue el entonces contralmirante Pepe Lumbres, y sospecho
que él dictó al psiquiatra el disparatado diagnóstico.
Al
pasar a situación de retiro, supuse que me había librado de la
influencia negativa que ejercían en mi vida los almirantes Lumbres y
familia, así como Lacho Falso. En menos de seis meses después del
retiro, en una empresa privada localizada en la colonia Escandón de
ciudad Tenochtitlan, descubrí que continuarían molestándome ya que
logré descifrar y reconocer al capitán Lacho Falso a pesar de su
piel atezada, la voz ronca afeminada y el látex cacarizo que usó en
el rostro para disfrazarse, y eso que yo lo imaginaba vendiendo
fayuca en el buque fondeado donde lo comisionaron: el Transporte
Colima.
No
tiene caso relatar cada acontecimiento que relaciono con el modus
operandi
de
calumnias y trampas característico de estas personas homosexuales
mediante el cual me atacan y hacen daño. Sin embargo, estoy seguro
que personal de inteligencia de la Armada de Nueva España me
mantiene estrechamente vigilado ya que he identificado a dos de estos
elementos. Un sujeto es el segundo hijo del almirante Pepe Lumbres,
de apellido Lumbres Pitic; el otro individuo es el maestre Bram Vila,
así dijo que se llamaba y lo vi uniformado; a ambos los vi en el
edificio del Ministerio del Mar en el año 2007, y en el 2008, los
descubrí en Mexicali, muy cerca de mí y vigilándome; por cierto,
debido a intento de homicidio por parte de Lumbres Pitic en mi
perjuicio, levanté la denuncia número 284/09/106/AP en la
delegación González Ortega de esta ciudad de Mexicali. En cuanto al
maestre Bram Vila, estoy convencido que él se evidenció para avisar
que me tenían rodeado y así alertarme de peligro. A este maestre lo
conozco muy bien y nos poníamos a platicar en el Minmar. No me
extrañaría si alguno de los almirantes Lumbres, quienes ya estarían
retirados de la Armada de Nueva España –lo que no les impediría
verse apoyados por el ministro del mar, en su defecto, por el
contralmirante Lacho Falso–, tengan personal bajo su mando para
realizar actividades de vigilancia y velados ataques peligrosos en mi
agravio, y así dar rienda suelta al resentimiento delirante que los
ha caracterizado.
Hago
digresión para explicar el móvil criminal que motiva a realizar
este tipo de injusticias y abusos gubernamentales realizados en
agravio de la sociedad. En el Ministerio del Mar existen buques
fondeados que tienen décadas sin navegar, no obstante, el mando los
mantiene en el registro nominal con el fin de recibir mayor
presupuesto estatal. Son buques inservibles con tripulación y gastos
menores de mantenimiento; no navegan, mas reciben parte del erario.
Los recursos sobrantes de estos buques se emplean para otros fines
navales y de espionaje. Así, también existen militares con hijos
trabajando en las fuerzas armadas, a quienes para protegerlos y no se
vean involucrados en casos difíciles que pongan en riesgo la vida
–como sería investigar y espiar a grupos subversivos, terroristas,
narcotraficantes o secuestradores– utilizan pretextos
ocupacionales, victimas inofensivas que no están en posibilidad de
defenderse ni son capaces de tomar justicia por propia mano, quienes
a pesar de no haber cometido delito ni ser sospechosos de ello,
sirven para que el mando obtenga presupuesto estatal con el fin de
mantener a sus seres queridos en operativos de espionaje, generen
antigüedad y puedan pensionarse sin problema al término de veinte
años de simulación, que son los años de servicio mínimo a efecto
de jubilarse conforme a la Ley de Seguridad Social de las Fuerzas
Armadas novohispanas, algo justo para quienes realmente entregan su
vida a la institución armada, pero no para aquellos vivales que
aprovechan esa prerrogativa en su beneficio personal.
En
mayo del año 2007 estuve en la ciudad y puerto turístico de altura
Heroica Guaymas, Sonora, resguardándome de quienes en meses
anteriores habían tratado de asesinarme en Mexicali. Un día mi
cuñado, mi padre y mi hermana fueron a una playa en San Carlos,
Sonora. Mi cuñado, ya finado, tenía más o menos la misma
complexión y estatura que yo y también conducía un vehículo muy
parecido al de mi padre. Cuando regresaron de la playa, mi cuñado
platicó que en dicha playa solitaria muy lejana en el noroeste de
San Carlos, llegaron dos vehículos y se estacionaron detrás del
vehículo de mi cuñado; y mi cuñado observó que alrededor de seis
personas armadas con subametralladoras y pistolas bajaron de los
vehículos, pero en lugar de accionar las armas únicamente
permanecieron unos segundos viéndose entre ellos, también oteando
los alrededores; y de inmediato, así como llegaron, se retiraron. Al
conocer este hecho recordé el modo de operar del capitán Lacho
Falso cuando nos platicó a los oficiales del buque que él había
ordenado el asesinato de dos personas en Salina Cruz, Oaxaca.
Así
mismo, en junio del año 2007, un oficial de la Armada comentó que
el ahora contralmirante Lacho Falso fungía como jefe de estado mayor
de la región naval en Heroica Guaymas. En marzo del año 2008,
observé al contralmirante Lacho Falso en Heroica Guaymas platicando
con regidores municipales.
En
mi humilde opinión, Lacho Falso padece una psicopatía comparable a
la de Espartaco, personaje incisivamente ególatra y narcisista del
escritor español César Vidal en la premiada novela Los hijos de la
luz.
El
día 18 de diciembre del año 2008, a las 12:40 p. m., yo caminaba
por la prolongación de la calle Novena de esta ciudad de Mexicali.
Alrededor de ochocientos metros antes de llegar a la carretera que
lleva al aeropuerto, me percaté que un vehículo Ford, pick up,
color marrón, aumentó de forma peligrosa la velocidad a unos metros
de donde yo transitaba, pasándose del primer carril al acotamiento
con la intención de atropellarme, por lo que hice esfuerzo para
esquivarlo; a bordo del vehículo venía una persona del sexo
masculino, tez blanca, de treinta y siete años de edad en
apariencia, cuyo perfil fisonómico coincide con el de nombre Lumbres
Pitic, hijo del almirante Pepe Lumbres, hermano de Pepe Chuy Lumbres;
dicho conductor, al parecer, se desempeña en la sección segunda del
estado mayor de la Armada de Nueva España y es la misma persona que
en el año 2006 me molestó en el edificio de la Organización
Religiosa Cedes (Órece). Cedes es el nombre de una ciudad antiguo
testamentaria que significa lugar de refugio y restauración. Los
individuos Iscariote y Judas, líderes de Órece, debieron haber
estado notificados que el oficial de inteligencia de la Armada de
Nueva España Lumbres Pitic, quien intentó asesinarme con el
vehículo descrito, estaba ejerciendo acosamiento psicológico de
carácter homosexual con la finalidad de montar una farsa para dañar
mi reputación y que las calumnias usadas en mi contra entre los
miembros de la mencionada organización religiosa tuvieran mayor
efecto dañino, provocando así afectación moral irreparable entre
citados miembros religiosos y mi persona.
La
punta de toda esta madeja de intrigas y delitos la constituyen los
individuos Iscariote y Judas, quienes, como mencioné anteriormente,
son los líderes de Órece, ubicada frente a la empresa Televentas de
esta ciudad de Mexicali, y a ellos debieron, los oficiales de
inteligencia de la Armada de Nueva España o personas pagadas por los
almirantes Lumbres y el contralmirante Lacho Falso, haber informado
con anterioridad que iban a realizar en el interior del recinto de la
citada organización religiosa terrorismo psicológico homosexualoide
en pretendido agravio a mi persona, por lo que solicito a usted que
ambos individuos se presenten a declarar ante esta Comisión a su
digno cargo, sobre los hechos descritos, bajo juramento de hablar con
la verdad, para que de esta forma los hechos reales que en la
presente denuncia señalo, lleven a los criminales ante las
autoridades judiciales correspondientes y sean sometidos a juicio, y
que a diferencia del proceso kafkiano, esta historia real no tenga
desenlace fatal para el suscrito.
Informo
a usted lo anterior a efecto que las violaciones a los derechos
humanos ya descritas, así como las consecuencias legales que deriven
de esta denuncia ciudadana, sean debidamente subsanadas.
Atentamente.
Gustavo
Marsanto
C.c.p.
La respetable opinión pública.