domingo, 9 de mayo de 2010

Paranoia vs. realidad

Mexicali, Baja California, diciembre de 2001. Mi novia y yo decidimos ir a un restaurante ubicado en conocido centro comercial de la ciudad. Cuando llegamos al estacionamiento del restaurante, mi novia manifestó que prefería permanecer conmigo en el automóvil porque necesitaba conversar sobre algunos temas importantes, así que permanecimos platicando en el interior del vehículo, abrazados, y obsequiándonos besos y caricias románticas. En esto estábamos cuando, frente a nosotros, más o menos a cinco metros de distancia, se estacionó otro vehículo en cuyo interior viajaba una pareja de apariencia normal, hombre y mujer.
Aunque ya anochecía, gracias a los faroles encendidos del estacionamiento podíamos ver claramente. No di importancia a la llegada del otro automóvil sino pasados entre cinco y diez minutos cuando volteé hacia el frente y descubrí que la pareja mencionada estaba estupefacta, impávida, observándonos a mi novia y a mí que platicábamos abrazados dilectamente. No estábamos siendo groseros en nuestra conducta de pareja; estábamos, como ya mencioné, platicando abrazados, y nos besábamos de manera dilecta y esporádica durante la conversación, sin ser vulgares.
En tal virtud, la otra pareja que inmutable nos observaba no podía decir que en aquel momento mi novia y yo manteníamos relaciones orgásmicas o pornográficas, ni mucho menos, en el interior del vehículo, por lo cual no tenía motivo para observarnos de esa forma.
Cuando noté que aquella pareja no nos quitaba la vista de encima a mi novia y a mí, decidí observarlos abierta y directamente, así como ellos nos observaban a nosotros. En el instante, la mujer se percató que yo los había descubierto espiándonos, y de manera nerviosa, incluso violenta, volteó intempestiva hacia su compañero aprisionándolo del cuello con un abrazo tan brusco que el sujeto trató de esquivar alejándose de la mujer, replegándose a la ventanilla del carro, dejando claro que el abrazo lo había sorprendido y asustado; mas la mujer algo dijo y el acompañante accedió a corresponder el abrazo junto con un beso superficial en los labios.
Acto seguido, ambos bajaron del vehículo y se dirigieron al restaurante. En mi vehículo, mi novia y yo continuamos platicando por unos minutos más, y nos retiramos del centro comercial.
Situaciones similares a esta que hoy revelo experimenté con diferentes señoritas amigas mías en Sonoyta, Sonora; Reynosa y Matamoros, Tamaulipas; y Tijuana, Baja California; respectivamente. Sin embargo, la experiencia que viví en aquel estacionamiento fue tan obvia que los espías se evidenciaron sin dar lugar a dudas.
Diversas denuncias he realizado en otras ocasiones contra los sujetos Lacho Falso, Pepe Lumbres, y Chuy Lumbres. Esta vez denuncio como responsable único de haber iniciado antaño la cacería de brujas en mi agravio, en el año 1988 cuando él fungía como subdirector de la Heroica Universidad Naval Militar, y de continuarla hogaño como comisario jefe de la Gendarmería Nacional, al facineroso Papín del Malo, quien a lo largo de todos estos años me ha provocado tanto o más daño que los otros criminales mencionados, y todo por cuestiones personales que él tiene contra mí.
No había decidido mencionar a Papín del Malo porque me interesaba enfrentarlo personalmente, esto, si hubiesen atrapado a los primeros criminales que denuncié, pero pareciera que esto nunca va a ocurrir y el final de esta trágica historia será el mismo final del proceso kafkiano, final que veo próximo. No obstante, mantengo esperanza en la justicia porque la esperanza muere al último.
Respecto a mis dichos tengo nombres, direcciones y teléfonos de personas que están directa o indirectamente involucradas en los actos delictuosos que se han cometido en mi agravio, delitos que van desde suministro de sustancias químicas o farmacéuticas a mi cuerpo con la intención perversa de cometer contra mi persona actos abominables y violentas agresiones físicas y psicológicas, hasta propaganda negra para afectarme laboralmente, según he denunciado en el blog http:// voto independiente .blog spot .com y ante algunas autoridades institucionales que nada han hecho para liberarme.
Lo que más me indigna, mas aceptaría de buena gana si se diere la suerte, es que los criminales, en caso que fueren procesados conforme a derecho en tribunales civiles, únicamente alcanzarían, de comprobarse mis dichos, penas menores que podrían cubrirse con el pago de fianzas hilarantes, ¡estamos en Nueva España! Pero ni esto me otorgan las autoridades.