sábado, 15 de febrero de 2014

Salvando a México

Ningún político, por muy hábil que sea, podrá salvar nada solo, ni siquiera a su propia alma, ¿cómo, pues, la revista Time comete la insolencia de presentar en su portada a un falso salvador de México, ‘caudillo’ moderno, ‘mesías’ del nevado de Toluca?
Resulta falso que el gobierno federal esté librando al país de la narco violencia. En Michoacán es la sociedad civil organizada y armada, a través de las autodefensas (con apoyo esporádico de la Policía Federal desde hace pocas semanas; el Ejército se mantiene al margen tal vez para evitar problemas con DD.HH.), quien está salvando a México al poner en orden su territorio. En la internética Revolución Tres Punto Cero acaba de salir publicada una fotografía que retrata, durante el atardecer de ayer 14 de febrero, a civiles armados que conforman a las autodefensas tomando el control de la costa michoacana. Los autodefensas lo han hecho sin hacer uso de patrullas militares ni armamento pesado, tampoco con la parafernalia de retórica vacua o falsas amenazas, simplemente han actuado con la voluntad y la valentía de un pueblo harto de la simulación gubernamental cómplice de los criminales.
Debido a esto, la desconfianza por la presencia testimonial de tropas federales del Ejército en el estado de Michoacán no es gratuita, ¿por qué el Ejército interviene testimonialmente hasta ahora cuando los criminales están siendo vencidos? ¿Alguien en el gobierno salió perjudicado en sus intereses y pretende recuperarlos, o quiere para sí el crédito de la victoria?
Ante estas lamentables circunstancias nacionales; no únicamente por la mancha del narcotráfico –como apunta la revista Time– que implica inseguridad y violencia, sino también por otras calamidades como la corrupción de las autoridades, el nulo crecimiento económico, el descrédito mundial, el hambre, la inconformidad social, los asesinatos a periodistas, las desapariciones forzadas y la trata de personas, el secuestro, el enajenamiento psicológico ejercido mediáticamente con información inútil y programas de entretenimiento banales, así como el desempleo y los paupérrimos salarios; nuestros gobernantes todavía se dan el tiempo de alimentar su ego saliendo en portadas de revistas, realizando viajes internacionales, y recibiendo premios dudosos otorgados por organizaciones y gobiernos extranjeros con intereses y cotos de poder en nuestro país que lesionan gravemente la soberanía.
El horno no está para bollos. Hay frivolidad en nuestros mandatarios. Esto es lo que la sociedad percibe en ellos. No observamos un verdadero compromiso con el Estado de derecho y el bienestar social que anhelamos los mexicanos, y las mexicanas, mandantes republicanos (as), cuya confianza nuestra ha sido traicionada reiteradamente sexenio tras sexenio, privatización tras privatización.
Independientemente de que es inadecuada la publicidad que la revista Time hace al presidente de México Enrique Peña Nieto, ya que trata de ‘venderlo’ como el salvador que no es –ni será– pues no se trata de salvar, sino de cumplir la Constitución y las promesas que hizo durante la campaña electoral, tampoco estoy de acuerdo con etiquetarlo peyorativamente para ofender a su honorable persona o a la institución presidencial que él dignamente representa.
Creo que México es tan fuerte –o tan débil– en la medida de que lo son nuestras instituciones. Es por ello que debemos proteger –en muchos casos restaurar– a todas y cada una de las entidades públicas de nuestro país, y la Presidencia de México está dentro de las tres más importantes, por cuanto se trata del Ejecutivo. La institución presidencial, aunque la encabeza el ciudadano Enrique Peña Nieto por mandato Constitucional, es nuestra, nos pertenece a todos los mexicanos –también a las mexicanas– y debemos cuidarla como parte fundamental de la nación que conformamos.
Podemos estar en total desacuerdo con las reformas constitucionales que fueron promovidas por el presidente Enrique Peña Nieto, podemos y debemos manifestar pacíficamente nuestra inconformidad e incluso exigir a nuestros representantes legislativos que revoquen dichas reformas, pero debemos hacerlo dentro del marco democrático vía institucional para no debilitar al Estado ni provocar una reacción violenta (la cual sería legítima si es para repeler una eventual agresión civil), por parte de las fuerzas del orden, que ponga en riesgo la vida de las personas. Debilitar al Estado significaría dar el tiro de gracia a la clase social más necesitada en virtud de que esta pervive gracias a la asistencia gubernamental y a la libertad de acción que aún existe en México.
En este entendido, todavía es temprano para la actual administración federal recoger quiméricos laureles de su gestión, hay que esperar al año 2018 para ver si en realidad los merece. No será “Salvó a México” en la portada de la legendaria revista Time de EE.UU., pero podría ser “Cumplió a México” en la  página web Revolución Tres Punto Cero.