Impuesto por
el voto mayoritario del electorado mexicano, el presidente electo Enrique Peña
Nieto (EPN) está listo para protestar su cargo de Presidente Constitucional de
México.
El intento de
la izquierda demagógica de deslegitimar el triunfo electoral de EPN
afortunadamente ha sido frustrado por la izquierda institucional y democrática
que reconoció la victoria del candidato priista conforme al dictamen del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), concediéndole
así al próximo presidente de México toda legitimidad y, por consiguiente, la
autoridad moral para gobernar sin cortapisas ni chantajes. Gracias a esto, toda
la clase política seria se encuentra en los mejores términos para llevar a cabo
una ceremonia apacible de cambio de poderes, de acuerdo a los protocolos
Constitucionales formulados ex profeso, lo cual resulta gratificante para todos
los mexicanos.
No obstante,
en las actuales circunstancias de transición gubernamental hay delicados avisos
de un eventual rompimiento institucional, pues algunos actores políticos —de
todos los partidos— sin conciencia del beneficioso consenso logrado por las diversas
fuerzas ideológicas más importantes del país, se empecinan en entorpecer la
toma de protesta de EPN, utilizando para ello el diferendo sobre la llamada
Reforma Laboral Preferente, la cual supuestamente agravia a la clase obrera y
cuyo dictamen fue realizado recientemente por la comisión respectiva de la
Cámara de Diputados.
Respecto a la
conveniencia o no de la Reforma Laboral Preferente, mientras confeccionaba el
presente escrito, específicamente en lo referente al pago por hora que trae la
modificación a la Ley Federal del Trabajo, yo sugería que el pago mínimo por
hora debería ser igual al pago de un día de salario mínimo en lo
correspondiente a la mano de obra no calificada, pues lo considero justo; sin
embargo, al ver el noticiero nocturno Hechos, del periodista Javier Alatorre,
me llevé la sorpresa que la Comisión del Trabajo de la Cámara de Diputados
contempla el mismo criterio para el pago por hora. Por tal motivo, creo que lo
mejor es esperar a contar con toda la información que permita un análisis
completo de la Reforma Laboral y no hacer caso de información sesgada, la cual
es tan perjudicial como la mentira, y se aprovecha como estratagema por líderes
ariscos para crispar la conducta de algunos sectores obreros.
Como
corolario, me parece imperativo para el país concretar la Reforma Laboral, pero
más apremia conservar el clima de civilidad política actual; esto, con la
finalidad de asegurar una ceremonia de transición de poderes digna, ya que
sería deshonroso para la vida institucional de México repetir la alharaca de
ceremonia que atestiguamos hace seis años, cuantimás si ahora no hay un
justificante para ello.