¿Debemos
los ciudadanos rescatar al IFE y al México institucional de las
manos partidócratas?
¿Cómo
es posible que el IFE deba soportar en su seno a los representantes
de los partidos políticos, cuando sabemos que dichos representantes
únicamente salvaguardan intereses partidócratas de las distintas
facciones políticas?
¿Acaso
no es suficiente el control que los diputados federales de las
distintas corrientes partidócratas infligen a la institución
electoral con el nombramiento de los consejeros que, en todos los
casos, son a modo de la partidocracia?
¿Los
ciudadanos permaneceremos impávidos sufriendo las críticas
negativas y mediáticas que la partidocracia hace del IFE, ignorando
la capacidad extraordinaria de este instituto para organizar
elecciones pacíficas e imparciales?
¿Permitirá
la ciudadanía que los partidócratas pisoteen una vez más las
normas electorales como ocurrió en el año 2006?
¿Por
qué razón los partidócratas no legalizaron el voto independiente
relativo a las candidaturas ciudadanas independientes, el cual es
constitucional y necesario para consolidar una verdadera democracia?
Por
último, ¿Entenderá algún día la partidocracia que la ciudadanía
padece necesidades de alimentación, salud, educación, empleo y
recreación, y que para satisfacerlas es urgente dar soluciones
reales, consistentes, tangibles, y no sólo discursivas?
Cuestiono
lo anterior porque los partidos políticos –avalados por la
Constitución, pero convertidos en prerrogativa exclusiva de los
partidócratas– jamás darán el primer paso para una reforma
progresista profunda, pues ninguno de los partidos ha sido netamente
ciudadano, sino que diversos grupos de poder los han creado y
usufructuado sólo para beneficio de su respectiva banda política
partidócrata, menospreciando la necesidad ciudadana de una real vía
democrática para acceder a los puestos gubernamentales y poner orden
en nuestro país, el cual, entre otras cosas, debiendo ser potencia
económica mundial –por mencionar el aspecto revelador– está
desarrollando un crecimiento donde la característica principal es el
aumento de la pobreza, agravándose debido a que en la cima del
abismo económico y financiero donde se ubica la élite gobernante,
observamos una riqueza injusta y un despilfarro de los recursos del
Estado, tanto por la corrupción como por la ineptitud partidócratas.
A
pesar de estas inaceptables circunstancias, aun así, en el colmo del
insulto a la inteligencia del pueblo, los partidócratas, cada quien
por su lado, se autoproclaman la solución a los problemas de
corrupción, ineficacia, impunidad e inseguridad que tanto perjudican
a México. Empero, la realidad los contradice, porque no solamente
niegan el poder de la ciudadanía, del pueblo independiente
respaldado por nuestro máximo ordenamiento legal constitucional,
sino que los partidócratas también hunden cada día más y más a
México, auxiliándose con estos flagelos que dicen combatir,
aniquilando a la clase obrero patronal honesta, honrada y
trabajadora, pero necesitada de apoyos contantes y sonantes para la
generación de empleos que permitan aumentar la productividad y la
competitividad tan apremiantes para lograr el desarrollo y
crecimiento nacional en un ambiente económico, político, social y
cultural sano, y no en el entorno trágico que los ciudadanos
padecemos todos los días en México por culpa de los partidócratas.
La
iniciativa ciudadana contra la partidocracia –mediante el voto
independiente– tiene la oportunidad constitucional, en las próximas
elecciones federales del 1 de julio, de rescatar al Estado mexicano
del control partidocrático y sus calamidades. Rescatemos nuestro
presente y futuro, vámonos poniendo de acuerdo cómo y con quiénes
lograrlo. La propuesta es institucional, pacífica y concluyentemente
democrática.