jueves, 25 de noviembre de 2010

Garcilaso Talamante

Garcilaso trabajaba en el Ministerio del Mar-Armada de Nueva España a mediados de 2006, año en que fue asesinado en el estacionamiento de la unidad habitacional donde tenía el domicilio. Lo asesinaron por motivos aparentemente pasionales según me informaron algunos oficiales de la Armada que mantenían relación de trabajo con él.
La trágica noticia sobre la muerte de mi amigo Garcilaso la recibí en febrero del año 2007, en el edificio que ocupa la comandancia de la zona naval del puerto de Veracruz, adonde llegué para solicitar refugio debido a que el 4 de febrero del mismo año huí de mi casa en Mexicali, Baja California, esto, porque delincuentes intentaron secuestrarme.
Tengo entendido que la única sospecha sobre el autor intelectual del crimen que mató el cuerpo de Garcilaso Talamante (su alma y memoria permanecen vivas. San Mateo 10:28 versa: No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar) recae en un oficial de la Armada cuyo nombre es Peter «El Diablo» Balanitis. Peter tiene el apodo de El Diablo no por cuestiones maléficas sino por la forma simpática de las cejas que tiene, con picos arriba.
Conozco bien a Peter y lo considero persona noble que no urdiría la maldad del asesino, menos por un lío de faldas, porque si de algo adolece Peter Balanitis –de manera literal– es precisamente el apego a las faldas y tiene el criterio muy abierto en este sentido.
El asunto es que a pesar de haber transcurrido más de cuatro años de aquel trágico atentado; en los cuales las autoridades navales han utilizado para las investigaciones todos los recursos disponibles a efecto de descubrir y atrapar al asesino; todavía no han logrado tal resultado, y mientras no tengan otra línea de investigación aparte de la presunta pasional, el caso quedará sin resolverse y no podrán hacer justicia a la memoria de mi amigo Garcilaso Talamante.
La nueva teoría que ahora pongo sobre la mesa, una especulación, consiste en que el móvil criminal está dentro de la esfera laboral en la cual Garcilaso se desempeñaba en el Ministerio del Mar, sobre todo la relacionada con actividades de inteligencia. Lo endeble de esta teoría es que ignoro si Garcilaso estaba comisionado en alguna unidad de espionaje del Minmar o del Ministerio Interior, y tampoco tengo conocimiento si como parte de sus tareas realizaba investigaciones en la ciudad de Mexicali, lugar donde yo radicaba en aquella fecha del atentado, ya que de haberse dado estas dos circunstancias –que Garcilaso hubiese estado en la unidad de inteligencia realizando actividades en Mexicali–, yo aseguraría que Garcilaso descubrió los crímenes de espionaje y simulación que personal perteneciente a la sección de inteligencia del Minmar comete en mi agravio, y Garcilaso, quien fue afectuoso conmigo durante la mayor parte de nuestra estancia en la universidad naval, excepto el último año en el cual fui objeto de calumnias, denunció o intentó denunciar a la célula de los homosexuales heterofóbicos que están comisionados en dicha sección de inteligencia del Minmar, y por tal motivo lo asesinaron.
El hecho que todos en el Minmar crean que el origen del asesinato es pasional y no se haya comprobado dicha hipótesis aun con todos los recursos que se tienen a la mano para tal fin, podría significar que los verdaderos asesinos aprovecharon esa pista apócrifa del crimen pasional para eliminar otras líneas de investigación, y fue así como lograron zafarse de la amenaza que representaba para ellos ser indiciados.
Especulación, teoría o hipótesis, la cuestión es que deberíamos analizar otras posibilidades, no sólo la aparente.