Desde hace meses,
vehículos voceadores de un periódico guaimeño han estado difundiendo la
siguiente propaganda estruendosa: «¡Ya llegó la hora de tener gobernadora!».
Es
una consigna gritada a todo pulmón por una mujer de voz muy aguda, como la voz
de Vitola, compañera de Tin Tan en varias películas de la época de oro del cine
mexicano.
Si ya es molesto escuchar la venta del diario
y las noticias con el perifoneo a todo volumen, escuchar este mensaje
publicitario resulta de verdad aturdidor debido la contaminación auditiva de
esa voz chillona.
En la mañana, cuando todo está en calma,
apenas está uno despertando del sueño, escuchando el apacible trinar de las
aves y de repente: «¡Ya llegó la hora de tener gobernadora!». Es la propaganda
política más punzante, duelen los tímpanos, ¿A cuántos decibeles lo anuncian?
¿Nos quieren volver locos o sordos?
No sabemos cuál partido promueve esta
ingeniosa (?) precampaña. ¿Acaso tener gobernadora es mejor? Pues no, en los
estados de la república mexicana donde han gobernado mujeres la situación no
mejora ni empeora, sino todo lo contrario. ¡Es lo mismo!
La obsolescencia está en el sistema político
mexicano, retrógrada y clasista, la ley solo es aplicable –salvo ‘honrosas’
excepciones de todos conocidas– a los ajenos al sistema, a los ciudadanos de a
pie. El ciudadano común no puede cometer una falta menor porque el sistema lo
hunde; en cambio, los delincuentes ‘televisos’ al servicio del establishment reciben premios incluso de
manos del presidente de la república. Esta situación es absurda a más no poder.
“Entre comediantes te veas” dijeron con sonoras carcajadas en la
presidencia. Siquiera fueran histriones de verdad pero
hay puro comicastro. Por eso se dedican a la política donde gozan de impunidad.
Así, por ejemplo, podríamos continuar hablando sobre política, artes, o
cualquier otro tema de interés, cuando inoportuna y estrepitosamente escuchamos:
«¡Ya llegó la hora de tener gobernadora!». La frase nos desconcierta, es demasiado
estridente.
Nadie sabe a favor de quién es esta
publicidad escandalosa. El otro día unas señoras grilleras de mi barrio discutían sobre el asunto, escuché sin
querer. Según las señoras más informadas, la aludida es Ana Gabriela; otras señoras
dicen: “es la Pavlovich”; y las más optimistas apuestan por “la Valle”. ¡Por
favor! Pero no les interesa saber quién es la favorecida para votar por ella,
¡no!, sino buscan a quién reclamar por el altísimo volumen del voceo para votar
contra ella el día de la elección. Supongo esto último, pues sería lógico
pensar así.
No pretendo ser desconsiderado en mis
observaciones, no todo es malo sobre esta propaganda política. Debo reconocer
un punto a favor de esta pro esquizofrénica precampaña: es propositiva. No
ataca al gobernador ni a ninguna fuerza política, a diferencia de otros tiempos
no muy lejanos cuando al estado lo gobernaba el PRI y el entonces gobernador no
veía lo duro sino lo tupido durante este periodo de las precampañas. Es gratificante
esta característica publicitaria, no solo por la ausencia de dolo contra los
adversarios, también es constructiva.
Es una precampaña cuyo objetivo principal es
ganar adeptos, no arrebatar los de la competencia. En este sentido, aprecio la
calidad política y el nivel de la estrategia, no infama al adversario político,
no obstruye su desempeño, sino expresa de forma implícita a través de la
consigna una nueva posibilidad de realizar mejor la función pública, más eficaz
y eficiente: «¡Ya llegó la hora de tener gobernadora! ¡En Sonora!».
Si tan solo, quienes manejan los carros del
perifoneo bajaran el volumen a esos anuncios radiofónicos, la propaganda sería
menos agresiva contra el forzado público y lo agradeceríamos en toda la
comunidad de las colonias populares, pues despertaríamos sin sobresaltos,
habría menos histeria y viviríamos mejor.