lunes, 1 de abril de 2013

Operación Sodoma

Producciones @Cibergrillo presenta:


Operación Sodoma. Misiva infiltrada


Para: ministro@minmar.gob.ne
De: gustavomarsanto@email.com
Asunto: Respuesta a: Hola.


Dedicado a estar en casa, pervivo en mi ciudad natal Heroica Guaymas. Tengo todo el tiempo libre; luego entonces, leo mucho y también me divierto en Twitter, veo televisión, salgo a caminar, cultivo arbolitos, juego con mi gata Bikina y sus tres crías: Fortino, Bartolo e Indalecio (FBI); entre otras terapias ocupacionales que realizo para no deprimirme por falta de trabajo bien pagado.
Los únicos empleos disponibles para mí en Heroica Guaymas son paupérrimos, pagan el sueldo mínimo y esto no alcanza ni siquiera para los refrescos y el transporte.
Permanezco desempleado, a la expectativa de mejor oportunidad. Mi familia me apoya, la ayudé cuando podía hacerlo y ahora sabe agradecerme. También estoy en una asociación ejidal donde todo va de maravilla.
Tal como te comenté ayer por teléfono, estoy obligado por las circunstancias y por unos criminales del Ministerio del Mar-Armada de Nueva España (Minmar), homosexuales de ropero de quinta categoría, ya que todo mundo sabe que son de esa calaña, quienes no me han dejado en paz, al igual que mi expadrino diabólico Sergio Israel Corona Nava-Bracamontes la acusación es seria, él es satanista, ahora militar retirado del Ejército, quien ha estado haciéndome daño desde, por lo menos, el sexto año de primaria, ciclo 1979-80, cuando adulteraron el agua de algunas de las botellas que nos repartieron a todos los niños mientras nos formaban en filas sobre el patio central de la Escuela Primaria Lázaro Cárdenas del Río, para hipnotizarnos, a mí y a otros niños. Los victimarios fueron selectivos, no a todos los niños hipnotizaron.
Recuerdo bien aquella hipnosis en el sexto año escolar tenía once años de edad porque por primera vez bebí agua embotellada, en botella normal de plástico transparente, sin etiquetas ni leyendas y de trescientos cincuenta mililitros, con tapón azul; agua que el ayudante del hipnotizador me obligó a ingerir, pero esto no hizo con los demás niños a mi alrededor. Cuando me ordenó que la bebiera, respondí: “No tengo sed”. —No importa, ¡bébela! me apremió. Tuve que ingerirla a la fuerza.
No sé qué ocurrió durante aquellas horas o minutos que estuve sedado, nadie me comentó nada sobre ello. No recuerdo haber pasado al estrado donde el hipnotizador realizaba el espectáculo con los primeros niños enajenados por la droga que el ayudante malicioso los obligó a consumir.
Salí del trance en la aula. Un niño estaba castigado, de pie frente al grupo porque el maestro lo reprendió por algo malo que el niño hizo. Dicho niño volteaba a mirarme con insistencia, especialmente a mí; de hecho, desperté con él observándome mientras yo permanecía sentado en mi mesabanco; fue una circunstancia paradójica ya que el niño no tenía el rostro compungido por el castigo como sería de suponerse, al contrario, se mostraba despreocupado y sonriente, en control de la situación.
La segunda ocasión que vi a este niño fue tres años más tarde en un entrenamiento de voleibol en la Escuela Secundaria Técnica número 30 y aparentaba ser joven mayor que yo. Por disposición del profesor de educación física, él impartió la práctica de aquel único día que asistí, en la cual me hostigó con críticas homosexualoides. Fue tan incisiva y fuera de lugar su terquedad, que uno de los estudiantes me instó a reportarlo al prefecto, pero opté por no presentarme más al entrenamiento.
En junio de 1985 volví a verlo por tercera ocasión cuando hacía exámenes junto conmigo para ingresar al internado de la Heroica Universidad Naval Militar (HUNM), siendo ambos egresados de la generación 85-90. De aquella vez en adelante se ha comportado prudente, él y sus personajes que interpreta.
En agosto del año pasado intentó una escaramuza, caracterizó a uno de sus compañeros del Ministerio del Mar amigo mío, el capitán Lozano, mas finalizamos saludándonos como si yo no me hubiera dado cuenta de su fallida trampa y disfraz. Continúa rondándome, da sus vueltas de vez en cuando. Es Jorge Cruz Salinas Castro-Martínez.
Hoy día, a la luz de los hechos, sospecho que el profesor de educación física de la secundaria estuvo involucrado en aquel ardid del entrenamiento, porque años después cuando ingresé a la HUNM encontré que él se desempeñaba allí como instructor deportivo, con otro nombre, por supuesto. Además, en la escuela secundaria yo nunca iba al entrenamiento de voleibol y él me insistía a diario para que acudiera. El único día que asistí a la práctica fui cruelmente tratado como ya describí. Después de aquel día del acosamiento, el profesor deportivo no me molestó otra vez con sus invitaciones a entrenar.
Dicho sea de paso, también el psicólogo de aquella secundaria cometía actos viles y perversos. Según me notificó un familiar, el psicólogo violaba a niñas de la escuela en el consultorio, previa hipnosis. Personal de limpieza descubrió en el año 1985 varios fetos en los cestos de basura del baño de mujeres. Fue así como iniciaron las investigaciones y las autoridades dictaminaron que aquellos abusos sexuales eran infligidos por el psicólogo. Como consecuencia del escándalo por las evidencias y denuncias de algunas niñas, el psicólogo pederasta huyó. El violador posteriormente ingresó –o tal vez regresó a su verdadero empleador al Minmar, y por azares del destino me topé con esa misma persona en el año 1993 en el hospital naval de Mazatlán, donde me percaté que había niñas de secundaria realizando tareas escolares y eran sus alumnas. Este psicólogo ostentaba el grado de teniente de navío; debía entrevistarme con él, pero en cuanto me miró, sin pronunciar palabra dio media vuelta y no volví a verlo sino en el año 2010, en la colonia Sahuaripa de Heroica Guaymas, y sospecho que aquel día estaba espiándome por parte de la Gendarmería Nacional.
Referente a mi compañero de grupo apodado El Abuelo, en la preparatoria Centro de Estudios Tecnológicos (CET) del Mar de Heroica Guaymas, en el año 1985; entró de oyente empezando el tercer semestre, y cometió el exabrupto de presumir que trabajaba en el gobierno federal como agente secreto comisionado a espiarme; lo cual motivó que todos en el salón riéramos y asumiéramos como broma aquella confesión, excepto el ingeniero Enrique Rocha que nos impartía la clase, quien consideró delicada la inusitada información.
Este dichoso compañero también ingresó a la universidad naval en 1987, dos años después de mí; conservó su apodo de El Abuelo, y pude identificarlo a pesar que rasuró su barba y bigote, pero negó que fuera el mismo sujeto; se dedicó a calumniarme en todo aquel tiempo que estuvo internado conmigo en la HUNM, en el mismo dormitorio. Esa infamia de El Abuelo fue su moneda de cambio para poder ingresar con dispensa de edad a la HUNM, y seguramente fue la misión que el padrino diabólico Sergio Israel Corona Nava-Bracamontes asignó para él.
Manuel F. Rosa de Guadañupe tiene conocimiento pleno de este asunto y está de acuerdo con todas las perversidades que hacen los espías delincuentes para agraviarme, actos execrables que ni a los animales se deben provocar.
El presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Raúl Placentero Villanova, ha trabajado con Rosa de Guadañupe en materia legislativa sobre este rubro de los derechos humanos. Cuando Rosa de Guadañupe era el senador de la república más influyente en su momento, y el de mayor capacidad política en el Congreso de la Unión, se promulgó una ley que amplió las facultades de la CNDH, tanto fue así, que Placentero Villanova ha reconocido públicamente el aporte de Rosa de Guadañupe. Pero la verdadera impulsora fue Rosario Ibarra de Roca, presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos del Senado en aquella legislatura. No pudo haber sido de otra manera, ya que Rosa de Guadañupe pertenece y ha sido protagonista del régimen autoritario que en el año 1975 raptó y desapareció a un hijo, estudiante y activista político, de la legisladora mencionada, auténtica luchadora social. Por consiguiente, Placentero Villanova no tiene interés en investigar para esclarecer mi caso, además, Rosa de Guadañupe continúa con fuero legislativo porque ahora es diputado federal.
Hace treinta años, en la bella playa Los Algodones de San Carlos, Sonora, durante el festejo de semana santa del año 1983, yo estaba por cumplir quince años de edad, me encontraba sentado sobre la arena entre la multitud de turistas, en la orilla de la playa contemplando el mar.
Cuando volteé a la izquierda de la playa, pude apreciar que tres personas del sexo masculino, de mediana edad, marchaban unidas hombro con hombro, vestían tanga como traje de baño, una de ellas me señaló y las tres me observaron de reojo, quienes al sentirse descubiertas por mí, discretas desviaron su vista al frente sin detener su caminata dudosamente marcial.
En aquel tiempo ignoraba quiénes eran estas personas; ahora sé que el sujeto de la izquierda que primero indicó mi ubicación fue el padrino diabólico Sergio Israel Corona Nava-Bracamontes; al centro caminó Manuel F. Rosa de Guadañupe; y omito el tercer nombre, el de la persona que menos disimuló. En el instante de desatender a estos individuos cavilé como si tuviese una premonición: “Esos tres son maricones. Que nunca se me olvide lo que acabo de ver, pues me estaban espiando”.
Por otro lado, concerniente a la Gendarmería Nacional donde fungí como comandante de sección unos meses en el año 2007, tuve que renunciar porque trataron de asesinarme.
Descubrí que me estaban intoxicando con un pigmento negro, tóner de impresora. Con esa sustancia adulteraban el agua que yo bebía. También me dormían para abusar de mí, pero esto sólo es suspicacia; únicamente tengo indicios de ello porque en cierta ocasión desperté en un vagón del metro de la ciudad capital donde recobré la conciencia en el momento que platicaba con un compañero gendarme caracterización realizada tal vez por el actor Diego Amós Zurrutia, asesorado en aquellos días por el actor Maricelo Córdovas, ambos vestíamos de civil. Así mismo, anduvieron en la gendarmería Gabriel Sotomayor y Lambderto García, entre otros actores y actrices que no me provocaron problema, ¡al contrario!
Mi estimado Alcázar, no te alteres por esto que cuento; parece locura, pero es realidad. Tampoco es una invectiva exagerada. Tómalo con absoluta calma. Estoy acostumbrado a este tipo de situaciones porque son muchos años de batallar. He tenido que actuar simuladamente para sobrellevar los embates que me ocasionan servidores públicos de las instituciones de inteligencia gubernamentales y sus agencias privadas; dicho en otras palabras, para sobrevivir me he visto obligado a asumir personajes que se adapten mejor a las circunstancias, transigiendo con los histriones y demás empleados espías, principalmente de las televisoras Televica y Tv Esteka, subvencionados por el gobierno federal, quienes también controlan las aduanas del país debido a la dizque modernización que Carlos Salitres llevó a cabo contra el Resguardo Aduanal durante su gestión como presidente de Nueva España. Tienen tanto poder político, que un día pueden despachar en la aduana nacional y al día siguiente estar adscritos con otro alias trabajando en la aduana estadunidense, o viceversa.
Después de cinco años de no tener noticias de ti, me ha dado mucho gusto comunicarme de nuevo contigo. Es magnífico que al fin hayas logrado acomodarte como asistente del ministro en esa área estratégica del servicio público.
Te envío un afectuoso abrazo.
Cambiaré de tema en la próxima carta para no asustarte más. Como bien te consta, aunque es verificable y auténtico todo lo que te he confiado, en realidad es el discurso de una imaginación a la que hace veinte años un médico psiquiatra adscrito al Minmar tuvo a bien diagnosticarle trastorno delirante paranoide crónico porque así ordenó un superior jerárquico, según confesó él mismo.
Saludos.
Gustavo Marsanto

P. D. Los homónimos, si los hay, son por simple casualidad; así como las circunstancias descritas que puedan compararse con las realidades de algunas personas, son las típicas coincidencias. Esto, siempre y cuando no procedan efectos legales ocasionados por alguna denuncia ante el ministerio público contra el autor, en este caso, la presente historia se tomará como si fuese parte de la vida real. Asumo el riesgo aun sabiendo que los fiscales están al servicio de la impunidad, de esto hay harta evidencia como a todos consta. Este relato continuará.