Después le di forma a ese embeleso trasnochado, y completé el siguiente poema del que originalmente publiqué sólo tres estrofas:
Pasión tuitera.
Todo el día te pensé,
de tanto estarte esperando,
en mi sueño te besé,
pero seguías tuiteando.
En ese sueño de miel
fui tu galán de instagram,
y acariciaba tu piel
por medio de la tuitcam.
Dijiste que me querías,
con múltiples caracteres.
Prometiste me amarías
más que las otras mujeres.
La red social se distingue
por sendos comunicados,
que si dónde es el desfogue,
que si están enamorados.
No les importa, les dije.
Hay troles interesantes,
está nuestro IFE alebrije;
y en el IFAI, titubeantes.
Tópico fue el embeleso
que tu tuit me provocó.
Todos tuitearon: «mastuerzo»,
mas la pasión me tocó.
Dejando a los seguidores,
te envié mensajes directos,
te di mi amor en mil flores
y nos amamos dilectos.
Si no es parte de la moda,
lo siento mucho, cariño,
pero antes debe haber boda;
tuiteó mi amor con un guiño.
Te cumplo lo que me pidas,
ante el juez y el reverendo,
pues el amor a escondidas
se termina envileciendo.
Cuando pasaron las nupcias,
los tuits causaron revuelo.
Todos gritaron ¡Albricias!
¡quedó registro en el cielo!
Llegamos a nuestro nido
de un mundo maravilloso
donde no hay dios afligido
por ser un acto virtuoso.
Regodeándome en tu amor,
suplanté a tu corsé,
disfruté más tu candor,
retuitié, y retuitié.
El tiempo pasó volando,
nuestro tuit fue el favorito.
Andrea amanece tuiteando,
pintó azul, al pajarito.