La selección de futbol mexicana
concluyó su
batalla en el torneo,
demostró
estatura de campeona
contra rivales
dignos del trofeo.
La actitud
tenaz del futbolista
en la cancha obtuvo distinción;
el amor por la
patria lo alienta,
también su
sensato pundonor.
El sentir de
cada mexicano
es de orgullo
por su selección;
corresponde con
amor fraterno
al equipo de su
corazón.
Los atletas,
esforzados todos,
audaces lograron
que el balón
consintiera
golpes decididos
para evadir la
acre marcación.
Tampoco
admitieron muchos goles,
en cambio
anotaron a favor
más alegrías
para responderles,
que gol en
contra para rencor.
El denuedo de
los jugadores
es
ejemplo para la afición,
ya que
practicando estos valores
fortalecemos
nuestra nación.
Por esto es mi
campeona la selección,
porque siempre
me exhorta a ser el mejor.
Y lograré el
negado galardón,
pero desde
aquí, mi humilde posición.